Aprendí un día que todo en esta vida son ciclos. Con su respectivo comienzo, nudo y jodido desenlace. Simplemente, nos consideramos tan importantes, que lo pasamos por alto, creyendo que nuestras vidas son incapaces de subordinarse a patrones universales. Pero, una vez que te das cuenta de ello, ya estás empezando de nuevo.
Supongo que todos somos pequeños mundos individuales, con nuestros ciclos, etapas y todo eso. Quién no habrá tenido una temporada romántica de intentar comerse el mundo y ante tal indigestión, habrá tenido que pensar de manera realista, bajar la cabeza, e ir al médico a por una receta y, de paso, a quitarse la tontería. Quién no habrá luchado por la tierra prometida, y se habrá frustrado al descubrir al acercarse que lo que relucía no era oro, que era hojalata. Todo son hechos que se retuercen, que se disfrazan, que se desnudan, que se remangan. Pero que se repiten. Una y otra vez.
[...]
A veces, cuando veo a algún viejo gruñón con mirada perdida, escaneo sus ojos. No hay nada mejor que encontrar unas marcadas patas de gallo, que delatan que aunque quiera hacerse el duro, en realidad lleva toda su vida sonriendo. Y es entonces cuando me doy cuenta de que quizás se encuentre en su desastre del 98 personal, o bajo un autoritarismo, bajo la primera Guerra Mundial, o quéseyo, en su crack del 29. Pero, que tras él, ha habido numerosas conquistas, revoluciones, siglos de oro, periodos de estabilidad y firmas de constituciones.
Supongo que el mundo no es más que un universo en el que hay planetas en constante movimiento, ebullición, girando en torno a un misterio jamás resuelto, un Sol al que algunos llaman felicidad, suerte, Dios, Karma, magia, o que, simplemente ni llaman, pero que sigue ahí.
Y giramos y giramos. Y explotamos y resucitamos. Como Big-Bangs continuos, como fénix renaciendo cada mañana. Como ciclos que empiezan y acaban.
No somos más que mismos edificios con distinta fachada, mismas almas con distinta cárcel, mismas joyas en distinto cofre. Mismas historias con distinto nombre. No somos más que accidentes en el espacio y en el tiempo, que empiezan y rematan, que suben y bajan, que retroceden y avanzan, que nacen y matan.
Solo ciclos.
Prohibido prohibir
No señales, que acabarás manco; no mires más allá, que acabarás ciego; no discrepes, que acabarás mudo; no mueras, que acabarás vivo.
domingo, 20 de mayo de 2012
martes, 1 de noviembre de 2011
Amor
Que no te vendan historias. Que no te vendan juglares bajo tu ventana, ni literatura enrevesada, ni cursilerías baratas.
Te presento al desgraciado que deambula por el jodido túnel de su vida, que, de pronto, encuentra una luz parpadeante, como una ventana, como una esperanza, como un estímulo que le grita susurrando que se pare, que acaba de encontrar a alguien que le comprende, que le acompañará con una linterna por el resto de su vida. También tenemos al pobre camarero que trabaja en un café burguesito, siendo el transporte invisible de una bandeja llena de delicias varias, que un buen día, recobra su visibilidad con unas amables palabras y una buena propina, pero de las de verdad, monedas con impuestos añadidos en forma de gratitud. O un momento de catarsis, de iluminación, en el que todo parece tener sentido de pronto. O incluso, una simple parte de paraguas un día lluvioso. O una sonrisa después de un día de mierda. Eso, eso. Que no te vengan con palabrerías.
Porque eso es amor. Amor del de verdad.
martes, 2 de agosto de 2011
talué
A los vecinos se les acaba de estropear la vida y lo están tirando todo por la ventana. Cuando digo todo, lo digo todo. Están tirando las sartenes, las revistas porno del supuesto hijo modelo a seguir, los peces, los juegos de mesa, la radio que ganaron con los puntos del País, la colección completa de las temporadas de Friends, los libros intelectuales que tenían en la estantería sólo por parecer cuerpos movidos por mentes dimensionales, la bicicleta estática con la que tanto mundo recorrieron, los botes de Nutella, el gato Barrabás, las ganas de vivir, ya sabes, todo eso.
A ver, era un ataque histérico más o menos normal. Bueno más menos que más. Pero dentro de lo caótico y lo infumable, no era tan raro. Lo que realmente me sorprendió fue cuando empezaron a embadurnar la casa con típex. La madre no hacía más que gritar: "¡eso no sirve para nada, los típex tapan los errores pero dejan señal de que hubo error!". Todo muy apocalíptico.
Más tarde, comenzaron a quitarse la piel, los huesos. Mientras les quedaba boca a los cuatro miembros familiares(mierda, miento, el gato ya estaba negociando con las parcas en el inframundo; son tres) no hacían más que chillar entre sollozos nerviosos como grandes bestias que se extinguen que sus cuerpos eran jaulas y que tenían que liberarse, joder, tenían que liberarse. Y así fue. Se quitaron todo. Todo. Y unas almas de un color que jamás había visto antes, indescriptible, se metieron en los faroles del parque del edificio. Impresionante. Todos los vecinos éramos unos cutres y nunca las renovávamos, pero esta vez, gracias a esos espíritus o yoquesé, quizás abono eléctrico, ni idea, las luces brillaban más que nunca.
Bueno, realmente no me quejo. Antes me saludaban con un terco hola y cuando veían que yo iba a coger el ascensor aceleraban y subían andando, ahora al menos las bombillas del jardín tienen más potencia gracias a ellos.
Lo más curioso de todo es que después de todo esto, en su casa sólo quedaba un papel. Unas instrucciones que enseñaban cómo vivir, un manual de supervivencia. En el apartado de Casos de Emergencia aparecía lo siguiente: "Si de pronto todo carece de sentido, tirarlo todo por la ventana, deshacerse de cajas, simplificarlo todo. Dejar que todo fluya, dejar que todo brille".
Vaya, qué cosas. La eficacia de mis vecinos brillaba por su ausencia. Bueno, en todo caso, hicieron brillar las bombillas, no les salió del todo mal.
A ver, era un ataque histérico más o menos normal. Bueno más menos que más. Pero dentro de lo caótico y lo infumable, no era tan raro. Lo que realmente me sorprendió fue cuando empezaron a embadurnar la casa con típex. La madre no hacía más que gritar: "¡eso no sirve para nada, los típex tapan los errores pero dejan señal de que hubo error!". Todo muy apocalíptico.
Más tarde, comenzaron a quitarse la piel, los huesos. Mientras les quedaba boca a los cuatro miembros familiares(mierda, miento, el gato ya estaba negociando con las parcas en el inframundo; son tres) no hacían más que chillar entre sollozos nerviosos como grandes bestias que se extinguen que sus cuerpos eran jaulas y que tenían que liberarse, joder, tenían que liberarse. Y así fue. Se quitaron todo. Todo. Y unas almas de un color que jamás había visto antes, indescriptible, se metieron en los faroles del parque del edificio. Impresionante. Todos los vecinos éramos unos cutres y nunca las renovávamos, pero esta vez, gracias a esos espíritus o yoquesé, quizás abono eléctrico, ni idea, las luces brillaban más que nunca.
Bueno, realmente no me quejo. Antes me saludaban con un terco hola y cuando veían que yo iba a coger el ascensor aceleraban y subían andando, ahora al menos las bombillas del jardín tienen más potencia gracias a ellos.
Lo más curioso de todo es que después de todo esto, en su casa sólo quedaba un papel. Unas instrucciones que enseñaban cómo vivir, un manual de supervivencia. En el apartado de Casos de Emergencia aparecía lo siguiente: "Si de pronto todo carece de sentido, tirarlo todo por la ventana, deshacerse de cajas, simplificarlo todo. Dejar que todo fluya, dejar que todo brille".
Vaya, qué cosas. La eficacia de mis vecinos brillaba por su ausencia. Bueno, en todo caso, hicieron brillar las bombillas, no les salió del todo mal.
jueves, 28 de julio de 2011
underground heroes
Que yo lo sé ya todo. Que os tengo calados. Que me gusta observaros.
Que cuando uno va sin prisas por el mundo, se para y se da cuenta de muchas cosas, de cosas tan obvias, tanto tanto, que se escapan, los sentidos las pasan por alto. Pero son tan obvias que son esenciales, y es una pena perdérselas. Porque pasa lo de siempre: puede sonar el acorde de tu vida, que te taparás los oídos; podrá mostrarse ante ti la jodida belleza personificada que cerrarás los ojos; podrá aparecer por ahí el esperado olor a verano, que tendrás una pinza en la nariz; podrás tocar la juventud y te pondrás guantes; podrás degustar sueños y te pondrás a dieta. Muy nuestro: ignorar lo que merece la pena para ocuparnos de lo que estorba.
Y cuando el cúmulo de gente con prisas, con su compás marcado a cuatro por negra, con sus preocupaciones a primera hora, del ayer, del mañana, con sus esclavitudes diarias, coge el metro cada mañana, vosotros apareceis en acción y haceis que de pronto todo tenga sentido, que todas las piezas aparentenemnte inconexas encajen, que el miedo desaparezca y que el mundo merezca la pena. Que aunque haya caos y descontrol el arte es lo que nos mantenga vivos.
Sois los que haceis que el mundo siga en pie a pesar de todo, forjáis las vigas del presente(que apenas nos preocupamos por él) gracias a vuestra aportación día tras día, desde lo más bajo, y es que cuando ocurre algún terremoto es por vuestra ausencia, el mundo se desploma cuando carece de motivos por los que estar firme.
Todas las ilusiones se concentran en los vagones, la gente las deja ahí, guardadas, porque nunca descarrilarán. Están más a salvo bajo tierra. Y cuando en el mundo real pisan nuestros sueños, se cuelan por las rejillas y acaban abajo, en el gran almacén. Cuidadas por nuestros héroes subterráneos, que los transforman en canciones, en pinturas o en historias jamás contadas.
Gracias por mantenernos con vida, haciendo que óleo de colores circule por nuestras venas. Burlando las leyes fijas, siendo inmortales por segundos.
Gracias, héroes anónimos, héroes bajo tierra.
Que cuando uno va sin prisas por el mundo, se para y se da cuenta de muchas cosas, de cosas tan obvias, tanto tanto, que se escapan, los sentidos las pasan por alto. Pero son tan obvias que son esenciales, y es una pena perdérselas. Porque pasa lo de siempre: puede sonar el acorde de tu vida, que te taparás los oídos; podrá mostrarse ante ti la jodida belleza personificada que cerrarás los ojos; podrá aparecer por ahí el esperado olor a verano, que tendrás una pinza en la nariz; podrás tocar la juventud y te pondrás guantes; podrás degustar sueños y te pondrás a dieta. Muy nuestro: ignorar lo que merece la pena para ocuparnos de lo que estorba.
Y cuando el cúmulo de gente con prisas, con su compás marcado a cuatro por negra, con sus preocupaciones a primera hora, del ayer, del mañana, con sus esclavitudes diarias, coge el metro cada mañana, vosotros apareceis en acción y haceis que de pronto todo tenga sentido, que todas las piezas aparentenemnte inconexas encajen, que el miedo desaparezca y que el mundo merezca la pena. Que aunque haya caos y descontrol el arte es lo que nos mantenga vivos.
Sois los que haceis que el mundo siga en pie a pesar de todo, forjáis las vigas del presente(que apenas nos preocupamos por él) gracias a vuestra aportación día tras día, desde lo más bajo, y es que cuando ocurre algún terremoto es por vuestra ausencia, el mundo se desploma cuando carece de motivos por los que estar firme.
Todas las ilusiones se concentran en los vagones, la gente las deja ahí, guardadas, porque nunca descarrilarán. Están más a salvo bajo tierra. Y cuando en el mundo real pisan nuestros sueños, se cuelan por las rejillas y acaban abajo, en el gran almacén. Cuidadas por nuestros héroes subterráneos, que los transforman en canciones, en pinturas o en historias jamás contadas.
Gracias por mantenernos con vida, haciendo que óleo de colores circule por nuestras venas. Burlando las leyes fijas, siendo inmortales por segundos.
Gracias, héroes anónimos, héroes bajo tierra.
domingo, 15 de mayo de 2011
Autocrítica
Es curioso cómo mantenemos los esquemas del pasado, los patrones de siempre. Somos muy tradicionales, no nos gusta romperlos. Seas o no progre, seas conservador, pases de todo...consciente o inconscientemente los sigues, básicamente por comodidad. Pero no nos damos cuenta de que cambiamos, de hecho el propio universo se expande, y que hay ciertas costumbres que no proceden, incluso quedan ridículas.
Antes el monje, el rey y el rico de turno se permitían el lujo de leer, de tener libros. De aquellas poseer palabras, estrujarlas, palparlas, sentirlas, interiorizarlas... era un privilegio, un placer, un don. Un jodido don, porque cuanto más sabes, más libre eres, más opciones tienes en tus cartas y eliges la que quieras. Se establecía entonces una clara relación entre conocimiento y libertad, porque cuánto más abren tus ojos, mejor puedes ver el mundo.
Pero, ¿ahora? Ahora no nos abren los ojos, ahora nos dan gafas. Bonitas gafas, relucientes, dicen que te dejan ver más allá de las paredes, más allá del universo, a velocidades inimaginables. Aldea global dicen, todo conectado. Parece ser que con esas gafas te sientes muy intelectual, te dan un toque de sofisticación, pero no es así, las apariencias engañan. Esas gafas están borrosas y lo único que hacen es llenarte de contradicciones y de saturarte, creando una gran confusión.
Claro que está bien que todos tengamos acceso información, obvio que está bien, es acojonante poder acceder a cualquier parte del mundo en un sólo segundo, pero se trata de un exceso de "información". Entrecomillo "información" principalmente porque no es información. Información para mí es el acceso a saber lo que pasa en el mundo. Con "información" me refiero a qué tal los problemas de Belén Esteban, a qué es lo que se lleva más en esta temporada, cuál es el nuevo novio de la prima tercera del novio del ayudante del psicólogo de la manager de la masajista de aquel futbolista retirado, qué nuevo mp324342 puedo adquirir en el mercado, a los nuevos estereotipos de vida de apariencias que nos marcamos seguir, etc, etc. Esta "información" no me hace sentirme libre.
Así como quien come en buena cantidad y variado, será sano; poro otro lado tendremos a quien come también, pero demasiado y platos llenos de mierda, no acabará muy bien. Más de lo mismo.
Quiero información, la quiero, pero INFORMACIÓN. De esa que te hace ser personapájaro y volar a través de las palabras. Me sentiría libre si supiera si hay calientamiento global o no, cuál es la jodida causa real de la crisis y si realmente los dictadores no son sacados de sus puestos porque nos dan petróleo bien baratito a los de la Unión Europea.
Desinformación, saturación. Nuestra estúpida manía de tener más, más, más y más. Nos empañan las gafas, nos las llenan de mierda... luego pasa lo que pasa.
Asusta pensar que suciedad y sociedad están a una sóla letra de distancia. Sólo puedo esperar que mantengamos esa barrera intacta y que seamos LIBRES para decidirlo.
Antes el monje, el rey y el rico de turno se permitían el lujo de leer, de tener libros. De aquellas poseer palabras, estrujarlas, palparlas, sentirlas, interiorizarlas... era un privilegio, un placer, un don. Un jodido don, porque cuanto más sabes, más libre eres, más opciones tienes en tus cartas y eliges la que quieras. Se establecía entonces una clara relación entre conocimiento y libertad, porque cuánto más abren tus ojos, mejor puedes ver el mundo.
Pero, ¿ahora? Ahora no nos abren los ojos, ahora nos dan gafas. Bonitas gafas, relucientes, dicen que te dejan ver más allá de las paredes, más allá del universo, a velocidades inimaginables. Aldea global dicen, todo conectado. Parece ser que con esas gafas te sientes muy intelectual, te dan un toque de sofisticación, pero no es así, las apariencias engañan. Esas gafas están borrosas y lo único que hacen es llenarte de contradicciones y de saturarte, creando una gran confusión.
Claro que está bien que todos tengamos acceso información, obvio que está bien, es acojonante poder acceder a cualquier parte del mundo en un sólo segundo, pero se trata de un exceso de "información". Entrecomillo "información" principalmente porque no es información. Información para mí es el acceso a saber lo que pasa en el mundo. Con "información" me refiero a qué tal los problemas de Belén Esteban, a qué es lo que se lleva más en esta temporada, cuál es el nuevo novio de la prima tercera del novio del ayudante del psicólogo de la manager de la masajista de aquel futbolista retirado, qué nuevo mp324342 puedo adquirir en el mercado, a los nuevos estereotipos de vida de apariencias que nos marcamos seguir, etc, etc. Esta "información" no me hace sentirme libre.
Así como quien come en buena cantidad y variado, será sano; poro otro lado tendremos a quien come también, pero demasiado y platos llenos de mierda, no acabará muy bien. Más de lo mismo.
Quiero información, la quiero, pero INFORMACIÓN. De esa que te hace ser personapájaro y volar a través de las palabras. Me sentiría libre si supiera si hay calientamiento global o no, cuál es la jodida causa real de la crisis y si realmente los dictadores no son sacados de sus puestos porque nos dan petróleo bien baratito a los de la Unión Europea.
Desinformación, saturación. Nuestra estúpida manía de tener más, más, más y más. Nos empañan las gafas, nos las llenan de mierda... luego pasa lo que pasa.
Asusta pensar que suciedad y sociedad están a una sóla letra de distancia. Sólo puedo esperar que mantengamos esa barrera intacta y que seamos LIBRES para decidirlo.
domingo, 13 de marzo de 2011
¿Ser devorado o devorar el mundo?
No pretendo meterte miedo, sólo pretendo meterte un poco de realidad. Bien, comencemos:
Antes pensaba que ser valiente consistía en no tener miedo a nada, pero no es así. Todos tenemos miedo. Todos. Puedes ponerle las etiquetas que quieras, ponerle diferentes nombres, utilizar las palabras tabú que se te antojen, pero al fin y al cabo son miedos. Y son viejos amigos que estuvieron, están y estarán ahí siempre. No podemos suprimirlos, esquivarlos, asfixiarlos, porque sólo perderíamos el tiempo, incluso toda una vida estando alerta innecesariamente. El truco está en convivir con ellos de la mejor manera posible, y transformarlos.
Sin duda es el mayor oxidante universal, con él, el columpio más reluciente y precioso comenzará a chirriar hasta paralizarse, y es entonces cuando tendrá que aparecer el aceite que te salvará: seguridad en ti mismo.
Así pues tus miedos están ahí, a veces escondidos, huidizos, sigilosos, sutiles, pero presentes, bajo capas de seguridad y códigos secretos en tu mente; y se manifestarán en tu día a día en cuanto tengan ocasión.
Y de pronto te encuentras con el dragón. La gran bestia. Él es quién te devorará si te ve indefenso, o por el contrario, en el que volarás para conocer el mundo si lo consigues domar. Todo se resume en una pregunta: ¿ser devorado o devorar el mundo? Y lo mejor es que está en tu poder, eres tú el que elige.
No es más valiente el que no tiene miedos, sino el que consigue cabalgarlos. Esa es la clave.
Antes pensaba que ser valiente consistía en no tener miedo a nada, pero no es así. Todos tenemos miedo. Todos. Puedes ponerle las etiquetas que quieras, ponerle diferentes nombres, utilizar las palabras tabú que se te antojen, pero al fin y al cabo son miedos. Y son viejos amigos que estuvieron, están y estarán ahí siempre. No podemos suprimirlos, esquivarlos, asfixiarlos, porque sólo perderíamos el tiempo, incluso toda una vida estando alerta innecesariamente. El truco está en convivir con ellos de la mejor manera posible, y transformarlos.
Sin duda es el mayor oxidante universal, con él, el columpio más reluciente y precioso comenzará a chirriar hasta paralizarse, y es entonces cuando tendrá que aparecer el aceite que te salvará: seguridad en ti mismo.
Así pues tus miedos están ahí, a veces escondidos, huidizos, sigilosos, sutiles, pero presentes, bajo capas de seguridad y códigos secretos en tu mente; y se manifestarán en tu día a día en cuanto tengan ocasión.
Y de pronto te encuentras con el dragón. La gran bestia. Él es quién te devorará si te ve indefenso, o por el contrario, en el que volarás para conocer el mundo si lo consigues domar. Todo se resume en una pregunta: ¿ser devorado o devorar el mundo? Y lo mejor es que está en tu poder, eres tú el que elige.
No es más valiente el que no tiene miedos, sino el que consigue cabalgarlos. Esa es la clave.
martes, 1 de marzo de 2011
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