domingo, 20 de mayo de 2012

Ciclos

Aprendí un día que todo en esta vida son ciclos. Con su respectivo comienzo, nudo y jodido desenlace. Simplemente, nos consideramos tan importantes, que lo pasamos por alto, creyendo que nuestras vidas son incapaces de subordinarse a patrones universales. Pero, una vez que te das cuenta de ello, ya estás empezando de nuevo.
Supongo que todos somos pequeños mundos individuales, con nuestros ciclos, etapas y todo eso. Quién no habrá tenido una temporada romántica de intentar comerse el mundo y ante tal indigestión, habrá tenido que pensar de manera realista, bajar la cabeza, e ir al médico a por una receta y, de paso, a quitarse la tontería. Quién no habrá luchado por la tierra prometida, y se habrá frustrado al descubrir al acercarse que lo que relucía no era oro, que era hojalata. Todo son hechos que se retuercen, que se disfrazan, que se desnudan, que se remangan. Pero que se repiten. Una y otra vez.
[...]
A veces, cuando veo a algún viejo gruñón con mirada perdida, escaneo sus ojos. No hay nada mejor que encontrar unas marcadas patas de gallo, que delatan que aunque quiera hacerse el duro, en realidad lleva toda su vida sonriendo. Y es entonces cuando me doy cuenta de que quizás se encuentre en su desastre del 98 personal, o bajo un autoritarismo, bajo la primera Guerra Mundial, o quéseyo, en su crack del 29. Pero, que tras él, ha habido numerosas conquistas, revoluciones, siglos de oro, periodos de estabilidad y firmas de constituciones.
Supongo que el mundo no es más que un universo en el que hay planetas en constante movimiento, ebullición, girando en torno a un misterio jamás resuelto, un Sol al que algunos llaman felicidad, suerte, Dios, Karma, magia, o que, simplemente ni llaman, pero que sigue ahí.
Y giramos y giramos. Y explotamos y resucitamos. Como Big-Bangs continuos, como fénix renaciendo cada mañana. Como ciclos que empiezan y acaban.
No somos más que mismos edificios con distinta fachada, mismas almas con distinta cárcel, mismas joyas en distinto cofre. Mismas historias con distinto nombre. No somos más que accidentes en el espacio y en el tiempo, que empiezan y rematan, que suben y bajan, que retroceden y avanzan, que nacen y matan.
Solo ciclos.